VIÑA PEDROSA. El orgullo de toda una familia.

Cuando Mauro Pérez dijo a sus hijos: “Ni se os ocurra arrancar ninguna de estas viñas…”, seguramente no supiera el alcance y relevancia se sus palabras.
Aquel legado quedó marcado en la memoria de los hermanos Pérez Pascuas. Adolfo y Manuel, que  heredan un mandato cuya máxima es el respeto a la tierra y la misión de hacer un trabajo excelente.
Y aquí nos encontramos, en la Bodega que fundaran en 1980 con el fin de dar forma a un sueño y un homenaje póstumo a la figura de D. Mauro, que con una fotografía, preside una de las salas de la bodega actual junto con una jarra de vino en mesa.
Viña Pedrosa, fue una de las bodegas pioneras y fundadoras de lo que hoy es la Ribera del Duero. Hoy ese proyecto es ya una realidad, reconocida mundialmente, pese a lo cual hemos sido testigos de que, dos generaciones de la familia, siguen los pasos del inicio, y trabajan con entusiasmo y esfuerzo.
Este viaje organizado por la AEPEV, se traduce en una intensa jornada en la que visitamos todos los rincones de la Bodega, siendo testigos de la prensa de la vendimia, y catando los primeros mostos de esta esperada cosecha. Dos depósitos de mosto diferentes nos descubren los primeros pasos de la elaboración. Nuria Peña, enóloga de la bodega, nos explica detalladamente la “magia y secretos” de unos vinos que apuestan por un estilo y una tradición contrastadas.
Hoy no hay embotellado, ni limpieza de barricas, pero la explicación del proceso queda para examen.    La visita a los viñedos dan fe del cuidado con el que Daniel, responsable de viticultura del campo, mima cada una de las parcelas. Compara con orgullo el verdor de sus viñas, frente al tono pardo de parcelas vecinas. Es la gran diferencia entre el cultivo en Vaso y en Espaldera. El esfuerzo y el trabajo, lucen también recompensa.
Una primera cata dirigida por Juan de la Vega, nos guía sobre 4 elaboraciones diferentes, cada una de ellas con su personalidad propia: Cepa Gavilán, crianza 2020, Viña Pedrosa crianza 2020, La Navilla Reserva 2019, y el Magnum reserva 2016, ya agotado en el mercado y elaborado con viñas de las parcelas más viejas, de entre 60 y 75 años y sólo en grandes añadas.
Ya en la comida maridamos una selección de otros vinos, destacando un excepcional GRAN RESERVA PEREZ PASCUAS de 2014, en edición limitada a 4.100 botellas.
Una distendida sobremesa es regada con OREMUS TOKAJI ASZU, PACHARÁN BAINES y un ARMAGNAC DOMAINE TARIQUET BLANCHE.
Adolfo y Manuel,  nos invitan a disfrutar de este último “chupito”, con toda la belleza del paisaje que dibuja el horizonte de la propiedad, volviendo de nuevo a la memoria de D. Mauro, y a ciertas anécdotas de su infancia cuando empezaban a entregarse a estas tierras.

Lastima que jornadas como estas tengan fin, pero deber y agenda obligan. ¡¡¡ Volveremos.!!

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