Hacienda Albae. En un lugar de la Mancha

Seguimos en tierras manchegas. Las nubes y tormentas de primavera se disipan, y abren paso a un sol que se impone sobre los viñedos de Hacienda Albae, una finca propiedad de la familia Carpintero, y sobre la que se asientan 200 hectáreas de cultivo de siete variedades de uva.
Ángel Zarco y Adrián de Pablo guían nuestros pasos por los pasillos pedregosos de un terruño, donde las espalderas de las vides se pierden en el horizonte. Las cepas más antiguas crecen sobre la treintena en un microclima implacable, de veranos extremadamente calurosos y fríos inviernos.
Preguntas y curiosidades se van sucediendo por el paseo, que tiene una parada con la primera cata de un Merlot 2015 y el blanco Chardonnay de la casa. Estamos a pie de una pequeña parcela representativa de las diferentes variedades cultivadas, donde se puede observar claramente las diferencias morfológicas de las partes de la planta.
La entrada a la bodega respira modernidad y una clara apuesta por la tecnología. El sello de la casa es la constancia, y son ya 10 años los que se llevan trabajando con el mismo equipo de elaboración. La sala de barricas dispone de capacidad suficiente para aumentar en número considerable la crianza de muchos más litros, algo que lógicamente deberá de estar acompasado con la comercialización y crecimiento del volumen de ventas de la marca.
El almuerzo está maridado con los cinco vinos restantes que quedan por catar.
Describir la cata de cada uno de ellos sería motivo de un reportaje en sí mismo, por ello destacamos dos de ellos que me han sorprendido muy gratamente. El blanco Viogner y el Cabernet Sauvignon Selección especial. Ambos representan claramente la voluntad y personalidad de los deseos de la bodega, y la muestra de adaptación de varietales foráneas que aún condicionadas al clima, han sido “domadas” por las directrices del equipo enológico.
El protagonismo gastronómico lo ha tenido también la personalidad de la tierra.

Un menú degustación de 6 pases, todos ellos con propuestas muy manchegas. Duelos y quebrantos, la mezcla de pisto y perdiz, y como despedida el típico Pan de Calatrava.
Nos despedimos echando un vistazo a las instalaciones del Hotel, enmarcado en un concepto relativamente novedoso en Castilla- La Mancha. El alojamiento de Agroturismo, que de momento no cuenta con calificación específica, pero que bien se podría situar en un 4 estrellas de categoría superior, aunque los precios y paquetes turísticos son muy asequibles en precio y oferta.

 

No podemos más que recomendar una escapada a la Hacienda, para vivir un fin de semana con muchas sensaciones y opciones alternativas por la zona. La ruta del Quijote, Daimiel y sus Tablas, Almagro y el encanto de su plaza… Hay que venir y vivirlo.

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